El Señor nos pide en esta Cuaresma una mortificacion especial: ABSTINENCIA Y AYUNO.
El ayuno que no es necesariamente de alimentos, sino de actitudes, de pequeñas mortificacioens ofrecidas al Senor, que hacen mas grata la convivencia a nuestro alrededor; estos pequeños sacrificios fortifican el espiritu, moritificando la carne y su sensualidad, elevando el alma a Dios, abatiendo la concuspicencia y dando fuerzas para vencer y amortiguar las pasiones, disponiendo el corazón para que no busque otra cosa que agradar a Dios en todo.


La verdadera conversión se manifiesta en la conducta; los deseos de mejorar se han de expresar en el dia a dia, en el compartir con nuestra familia, en nuestro trabajo, en el tránsito, en cualquier lugar donde tengamos que poner a prueba nuestro verdadero cambio interior.

Las pequeñas moritificaciones dan al alma una especial alegria, el desprendimiento de lo material, la mortificación de la carne, la abstinencia, todo esto, purifica nuestros pecados y nos ayuda a encontrar al Señor en nuestro quehacer diario. Pero quien busca al Señor queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y de noche no lo encontrará.

La fuente de las mortificaciones esta en las cosas sencillas: el orden, la puntulidad en el trabajo, la intensidad con que lo realizamos, etc.

Pidamos a Dios la fuerza para hacer los cambios necesarios en esa cuaresma y que podamos salir de ella y hacia la Pascua, reconciliados con Dios y en camino a una vida en Cristo.